El Futuro

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Bitácora del Martes 10 de Febrero de 1998, Edición Vespertina

 


Sólo los moribundos egoístas materialistas pueden desear que el Futuro muera también con ellos y no haya más mundo ni más nada.

La omisión del tiempo verbal futuro es tan revelador de la personalidad del omitente como cualquier otra respuesta suya a un test proyectivo. Indica un deseo de estancamiento vital por horror a lo inexorable y a lo desconocido que éste conlleva. Tal omisión por tanto es a fin de cuentas una manifestación más del consenso general de los individuos de cada época para que la Historia cese y así su época concreta se eternice y no haya después nada realmente diferente en los siglos siguientes, sino siempre y sólo más de Lo Mismo.

Este fenómeno mental colectivo se llama «proyección de época» y lo vemos en cada nueva serie popular televisiva futurista y en las películas de ese género, -como en Star Trek, Babylon 5, etc-: Unos comportamientos humanos exactamente iguales a los actuales, pero supuestos varios siglos después. Se acepta variar un poco la apariencia exterior de las máquinas, pero no el repertorio de sus funciones ni el objetivo «humanista» y «americaniforme» de tales funciones.

La misma «proyección de época» ocurrió en todas y cada una de las generaciones anteriores, -y todas se equivocaron, naturalmente-. La generación de nuestros padres «mató al Abuelo», lo derrocó del Patriarcado, lo ridiculizó y lo convirtió en un personaje grotesco y gagá. La actual generación está «matando al Padre» y convirtiéndolo en un marica con pantalones, en una especie de mujer transexuada, en un «Mujero». A la próxima generación le toca «matar al Hijo», pasar de él, no engendrarlo, y optar por la ingeniería genética para la reproducción de la especie.

Estos tres «Asesinatos» son tres cambios drásticos, inmediatos y consecutivos, impensables en su respectiva época anterior. Hasta la posguerra nadie podía imaginar que el Status Patriarcal de los abuelos podría ser sustituído por el Matriarcado de la Nuera sobre un Marido Decadente, pero eso es lo que hay. Y ahora mismo nadie puede imaginar que el actual Matriarcado vaya a ser explotado y destruído por la prole, -pero eso es lo que está ocurriendo por todas partes-. «El Viejo y la Vieja» es como ahora se llama a los padres.

El Futuro existe, y nunca es una Prolongación Monótona del Presente, sino un cambio drástico, inesperado e impensable. Estamos a las puertas de un nuevo siglo, de un nuevo milenio, y de un nuevo mundo, que nos devorarán a todos o a la inmensa mayoría, y que crearán sus propias formas de vida y de sociedad.

Todos los actuales esfuerzos por imponer a la Humanidad entera una determinada forma de cultura agnóstica y materialista y un determinado orden mundial están condenados al fracaso por la propia definición de Futuro cuando los instrumentos del poder pasen a manos de la siguiente generación, que tiene y tendrá sus propias ideas. Y a los actuales déspotas y tiranuelos no les quedará más opción que asistir pasivamente y entontecidos al fracaso de sus propósitos.

Y es que lo único Normal que hay en la Historia es el Cambio.

Así que cuando se considera al tiempo verbal futuro como una prolongación monótona del presente parece «inútil» y tiende a ser suplantado por el presente de indicativo, pero cuando se le reconoce como un «momento cambiante» mantiene su identidad y es insustituíble.

( Texto tomado del libro «Semántica Histórica», Editorial Kronos ).

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